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viernes, 28 de junio de 2013

Trail Andorra 2013



Sábado 22 de junio eran las 8 de la mañana, me despedía de mi mujer en el coll de la botella, nos vemos en la meta, le dije, espero llegar entre 5h/5h30’.
Durante el mes de mayo tres amigos me advirtieron de la dureza de la prueba a la que me había apuntado, me llamó la atención y pensé voy en buena progresión chicos, saldrá bien.
La organización nos enviaba e-mails para informarnos del estado del terreno, estaban muy preocupados por la abundante nieve. Fueron prudentes y nos obligaron a llevar un material que al final sobró por el mantenimiento y preparación del recorrido que habían realizado y por el día tan espléndido que salió, quizás demasiado espléndido.

 
Batukada en las alturas, ritmazo que duró casi 1h y que dio paso al inicio del trail. A las 9:00 am, 35km 2500m positivos y 3300 negativos,  511 participantes, cielo despejado y el sol en busca de su máxima altura.
Me lo tomé con mucha calma, quizás me descolgué un poco del grupo de cabeza pero esos máquinas juegan en otra liga, la mía es cruzar la meta para Menudos Corazones.

                          

Desde la salida se veía muy claro el primer paso de altura, una tienda roja en la cresta de la montaña que teníamos a las espaldas. Km 4 al llegar a la cima escuché, primera chica, pensé que era una buena referencia para llegar a meta si aguantaba su ritmo. 

El descenso fue de vértigo, hasta alcanzar una cresta y adentrarnos en el bosque. Raíces, un río, barro y al acabar el sendero, asfalto. Volvíamos a subir hasta un remonte y disfrutar del primer avituallamiento generoso en comida y bebida. Al salir nos adentrábamos en un camino ancho con un desnivel en bajada más que interesante, otro río, un puente y volvíamos a subir hasta el km 15. 


Mi compañera me abandonó en las rampas de asfalto, yo decidí andar rápido y ella podía trotar por lo que de manera sorprendente y cuando estaba batallando por llenar el camelback volví a escuchar, primera chica, me pregunté ¿Cuándo la has rebasado? Porqué no fui consciente de ello. 


A partir de ese momento empezaron a suceder, llamémoslo contratiempos. Contratiempos como saltarse a la torera leyes de las que estoy harto de repetir a mis clientes y atletas, “el día de la prueba no se estrena nada”, y yo estrenaba camelback, (una bolsa de plástico con cierre hermético que se llena de liquido y se introduce en la mochila. Mediante un tubo puedes beber permitiéndote así seguir corriendo)  al salir del segundo avituallamiento sentí como la ropa pesaba y la zona glútea de las mayas estaba muy mojada, paré, revisé el cierre y comprobé que me acababa de quedar sin líquido para los siguientes 5km, pero en mi afán de perder el menor tiempo posible, me abroché la mochila y seguí en busca del siguiente avituallamiento en el km20.


Este tramo era relativamente fácil comparado con lo que habíamos hecho hasta entonces y fue donde perdí definitivamente el rastro de la que acabó siendo la ganadora del trail. 



Llegué al avituallamiento muy sediento, los gemelos me marcaban el ritmo, la deshidratación empezó a marcar la pauta de mi estado físico. Km22 otra subida de órdago y me paré, no daba más, me regalé 8’ para coger aire y seguir ascendiendo. 2km más tarde me despojaba de la camiseta de manga larga, el calor era brutal y sentía ahogo. Km25 una fuente, allí me lo tomé con más calma, ya había perdido mucho tiempo y no me iba a ir de 5’ más.

Según el dispositivo gps de muñeca faltaba 10km, veía con cierto optimismo llegar aun dentro del abanico que tenía en mente pero 2km llaneando me hicieron dar de bruces con la realidad, estaba rodando a 7’ el km, ¡En llano! Mientras tanto era testigo y víctima de la cuarta clasificada que me rebasaba con suma facilidad. 

Me empecé a preocupar, no recordaba el perfil del recorrido en estos últimos km y fui preguntando a los compañeros de ruta. Tardé poco en escuchar, cuando lleguemos al golf viene un subidón, pregunté de nuevo por si el tipo se confundía, ¿subidón? Y volví a sentir aquella palabra que traía consigo la forma de una pared inacabable. 

Como era de esperar el amigo conocía el terreno y de lo que estaba hablando. 5km de subida, 5km de lentitud extrema, quizás éramos un grupo de 20 corredores, que nos dábamos ánimos entre nosotros mientras nos adelantábamos a ratos, apoyados en los árboles, sentados en el suelo, la agonía era palpable, visible, incluso sonora, se podían escuchar maldiciones y plegarias para intentar hacer el sufrimiento más corto. 


En esos 10km volví a tener problemas con el camelback, me quedé sin agua relativamente rápido y no me lo pensé, fui bebiendo en los ríos, hasta que oí sonido de liquido en el camelback, algo no cuadraba, no podía succionar agua y sin embargo había. Sin dejar de caminar metí la mano en la mochila y ahí estaba el problema, el tubito estaba tan doblado que impedía el paso del liquido. Arreglado esto, sólo quedaba gestionar la última subida según Xavi, un solidario competidor que me cedió uno de sus palos para acabar la carrera. Intenté seguir su ritmo, pero no tenía las fuerzas necesarias para hacerlo, se lo dije y sorprendiéndome el muy galán me dijo, tranquilo me lo devuelves en meta. Pobre Xavi, mi nuevo amigo de ruta y el que escribe, aun quedaban 2 subidas interminables, el crono ya había marcado las 5h30’ y en meta mi mujer y mis hijos empezaban a preocuparse, he de confesar que fue de ayuda extra saber que me estaban esperando.

Los últimos 3km fueron de bajada, el dolor de los cuádriceps era tan agudo que era imposible tratar de trotar, me suponía un esfuerzo demasiado preciado y quería llegar, necesitaba todo lo que me quedase de energía para conseguirlo.

Durante ese tramo me adelantó la sexta, séptima y octava clasificada. Cuando llegué a Ordino y sobre el asfalto donde desembocaba aquel sendero, probé trotar de forma lenta, arrastrando dolor, cansancio, deshidratación y el orgullo mal herido. 

Los ánimos del abundante público hicieron acabar lo que hacia 6h 25’ había empezado, lo conseguí de la mano de mis dos angelitos que me miraban con estupor y me preguntaban que porqué había tardado tanto, que tenían mucha hambre.


Objetivo cumplido, Menudos corazones tiene otro trail en su haber y yo un listado de enseñanzas que practicar. Quiero dar las gracias a mi mujer, mis hijos y mi suegro que también se unió a esta aventura para ayudarnos con la logística del finde. A Xavi Rivas por sus ánimos y su palo y a David S. Arturo C. Manu C. por su apoyo desde casa. 





Por cierto fue muy interesante ver cómo en plena subida dos caracoles me adelantaron por la derecha...

Saludos!

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