Buscar este blog

martes, 10 de junio de 2014

Cuando le perdí el respeto a la montaña.

El domingo 8 de junio, me coloqué en la línea de salida del MAM 2014, es un maratón de montaña que se disputa en la sierra de Madrid. En el póster reza “posiblemente el maratón más duro del mundo” y digo yo, si lo pone, es por algo. Será la distancia del maratón sumado a 5300m acumulados que lo hacen especialmente complicado.  

Llevo varios años con la ilusión de correr este maratón, de echo me he bloqueado esa distancia para que sea ésta la primera.

Este año en mi calendario me marqué una carrera de larga distancia para agosto, pero recibí la maravillosa noticia de que tenía dorsal para el MAM y ni corto ni perezoso decidí ir.



Iluso de mí, le perdí el respeto a mi amiga, a mi confidente, a mi compañera de entrenamiento y en un momento donde la lucidez brilló por su ausencia me creí capaz de cruzar la línea de meta. 
Pasado el ecuador, comprobé que la carga de entreno que llevaba hasta entonces era escasa para la demanda de desnivel de la prueba. 
Aun me pregunto cuando me dejé engañar por mi orgullo, el mismo que tuve que hacer callar en el km 26 cuando decidí devolver el chip y el dorsal.


Mientras escribo recuerdo algunos pensamientos que he compartido con el gran Pablo Cabeza, sobre los diálogos internos que se producen en la soledad de la competición que te pueden sonar a chino sino los has entrenado en ese estado.

La coctelera  estaba en marcha, los pensamientos navegaban a sus anchas en mi cerebro tomando formas y responsabilidades distintas, el dolor de los flexores de las caderas iba en aumento, las imágenes de mi familia que me habían acompañado, los amigos que estaban en puntos estratégicos dándome su aliento para empujarme un poco más arriba, los que agotaron la batería del móvil con sus mensajes. 
Mientras tanto los alarmantes parciales del pulsómetro se iban sucediendo y el dolor seguía en aumento y de repente, de la misma forma que la lucidez se esfumó el día que decidí asistir al MAM, regresó fugaz y eficazmente para tomar la decisión de dejar la carrera y transformarla en un entrenamiento de calidad.

Sin lugar a dudas el reto de 2015 está definido, preparar este maratón como se merece, desde la humildad, la constancia, la dedicación y devolverle lo que le quité este año, el respeto que obvié en un momento de locura transitoria causado por el amor incondicional que siento por la montaña.

Gracias a los colaboradores que me apoyan con sus productos Hoko-Esport y OXD care  y de forma muy especial a  A. López y su familia por su hospitalidad y dedicación abriendo su hogar de par en par y hacer de estos días una experiencia de crecimiento personal.
                                                                                       
            


Saludos.

1 comentario:

  1. Pocos son capaces de reconocer de forma tan clara algo así. Muchos ánimos Xavi. La montaña seguirá ahí el año que viene y esta vez para dejarte pasar! Un abrazo

    ResponderEliminar